En el fanatismo las rivalidades juegan un papel vital, son las bujías en el motor del beisbol.
La echadera de broma entre caraquistas y magallaneros es la mejor prueba de ello. Pero en ocasiones, la situación se desborda o llega un punto indeseable.
Por ejemplo en el estadio Universitario, se ha tornado costumbre, devolver al terreno todas las pelotas bateadas por los equipos rivales. Es algo que tomó vuelo hace dos campañas, cuando hubo la batalla verbal entre Leones y Tigres.
Entiendo esa teoría de que al rival no se le permite nada, sobre todo cuando son cuadrangulares, pero tirar al terreno todas las pelotas del "enemigo", incluyendo aquellas de foul, me parece innecesario y peligroso.
Hay dos razones de peso, primero se retrasa el juego sin ninguna necesidad y también existe la gran posibilidad de que la pelota conecte a un pelotero y se lesione.
Los abucheos, pitas, gritos, son lógicos y forman parte del mundo del beisbol, pero antes de devolver una pelota de esas, ¿no sería ideal que se la regalen a cualquier niño en la tribuna?
Estoy seguro que a ese niño nunca se le olvidará semejante gesto y que crecerá con una gran anécdota del estadio. Las pelotas son un símbolo y nadie las va a valorar más que ese niño.
Fuente: http://deportes.eluniversal.com/2010/10/24/beive_art_grand-slam_2079859.shtml
JOSÉ M. FERNÁNDEZ | EL UNIVERSAL
domingo 24 de octubre de 2010 12:00 AM
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