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Una huella histórica

El 23 de abril de 1939, Alejandro "Patón" Carrasquel inicio el linaje de los peloteros criollos en Grandes Ligas al debutar con Washington
Su legado sigue vivo en nuestra pelota


CARACAS.- Para hacer lo que Alejandro Carrasquel hizo, y en la época en la que lo hizo, se necesitaba mucha personalidad. Y si algo le sobraba al “Patón”, además de pies, era eso: personalidad. Varias personas que le conocieron coinciden en afirmar que el primer criollo en las Grandes Ligas “tenía su carácter”. Podía ser tan violento como familiar, solidario y sensible.
“Era un hombre de la Venezuela rural”, explica Javier González, quien ha estudiado de cerca la vida de Alejandro Carrasquel. “De ahí que tuviera ese temperamento violento”. De hecho, la temporada 1959-1960 del beisbol profesional venezolano fue abortada por una huelga de peloteros convocada en solidaridad con Carrasquel, quien fue suspendido por toda la campaña luego de tener un altercado con el propietario del club Pampero, elenco del cual era manager. “Lo llamaron a la oficina del gerente (Eduardo Moncada) para decirle que estaba despedido”, recuerda Emilia Carrasquel, sobrina del “Patón”. “Él era muy exigente con la plata, así que reclamó lo suyo y se inició una discusión. En esas el dueño le dijo que todos los peloteros eran unos mentirosos. Mi tío le dio un puñetazo y le partió la mandíbula”. “Y luego lo remató con el codo”, añade jocosamente Maritza, hermana de Emilia.
“Ese día llegó a la casa y le dijo a mi madre, Lourdes, que era su hermana preferida: ‘Lourdes, le di un puñetazo al dueño y luego lo rematé con el codo’. Nosotros no le creíamos, pero fue así”, comenta Emilia. Según la Enciclopedia del Beisbol en Venezuela, de Daniel Gutiérrez, el altercado le valió una sanción severa, que la Asociación de Peloteros protestó con un paro. Como no se levantó el castigo, el torneo fue cancelado. Carrasquel fue la causa principal de una de las tres paralizaciones que ha sufrido la LVBP. Solo un hombre con la estatura del Patón (que por cierto, medía 1,85) podía provocar algo así. Carrasquel no se arredraba ante nadie. “Recuerdo un domingo en el que salimos del estadio San Agustín”, comenta Domingo Carrasquel, uno de sus sobrinos más cercanos. “Alfonso (Chico Carrasquel) iba manejando y mi tío venía muy bravo porque acababa de perder 1-0 contra Magallanes por un jonrón de Vidal López. Un carro que venía delante de nosotros se paró en mitad de la vía y Alfonso frenó. ‘¿Por qué frenas?’ Le preguntó mi tío. ‘¿No ves que los de adelante se pararon’? contestó Alfonso. Mi tío se bajó y le dijo a los de adelante: ‘Quita ese carro de ahí’. Eran unos militares, pero él no le callaba a nadie. Siempre hablaba de la importancia del respeto, que se aprendía en la universidad de la vida”.
Carrasquel respetaba y se hacía respetar. Luis Romero Petit, héroe del 41 y compañero de equipo del Patón, lo recuerda como un hombre elegante e imponente en la lomita. “Hacía ver que ahí había un hombre”, comenta Romero. “Un día Cocaína García, que era un cubano muy rochelero, le metió un batazo contra la pared y llegó riéndose a segunda. El Patón fue para allá y le cayó a puños. Era un hombre muy serio, muy distinto a su sobrino Alfonso, pero una bella persona. Siempre le preguntábamos cosas sobre las Grandes Ligas. Una vez le preguntaron qué comida daban allá y él, con su voz ronca, contestó: ‘se come mucho monte’. Era un lanzador de los mejores, tremendo tercera base y un bateador bastante regular”. Esa frontalidad era uno de los principales rasgos de su personalidad. “Era una persona muy recia, que te decía las cosas de manera directa”, dice Emilia Carrasquel. “Era frontal, no le hablaba a nadie por detrás”, añade Domingo Carrasquel.
Pero eso sí, la familia era primero. “Siempre estaba pendiente de todos los asuntos de nosotros”, explica Emilia. “Era fuerte de carácter, pero con mucha nobleza. Él le metía a la albañilería y además le gustaba cocinar, sobre todo el fricasé de pollo. “Nosotros, los Carrasquel, lo tenemos en una estatua”, remata su sobrino Domingo. Recuadro.
Un hijo lo recuerda
Alejandro Carrasquel tuvo varios hijos. Uno de ellos. Alejandro Carrasquel Guerra, vive en México y es gerente de la empresa ferrocarrilera Ferromex. Su testimonio sobre la personalidad encaja perfectamente con el de las demás fuentes consultadas. “Mi padre fue una persona con gran sentido humano, una persona muy generosa y de gran corazón”, comentó gentilmente Carrasquel Guerra a través de un correo electrónico. “A pesar de ser una figura nacional por haber sobresalido como deportista siempre fue muy sencillo y con gran pasión por su querida patria. Además de tener una carácter fuerte, con mi madre y mi hermana era una persona muy noble y apacible, pero que no tocaran a su querido equipo el Vigilantes y a su querida tierra porque se volvía muy iracundo. Lo extrañamos mucho aquí en México después de haber jugado en la CD de Monterrey con el equipo de Industriales en el año 47 y 48 y haber quedado campeones de la liga Mexicana. Hay mucha gente que lo recuerda con cariño por sus grandes logros y hazañas como deportista”.


Jueves 23 de abril de 2009 6:06 AM
Por Carlos Valmore Rodríguez - Foto Archivo

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